La perspectiva de un islam feminista.

Autora: Margot Maizy

Fuente: Estudios de política exterior. 1/12/2018

Entrevista con Sherin Khankan, por Margot Maizy.

Sherin Khankan se define a sí misma como feminista musulmana e imama, mujer imam. Esta danesa creció entre el islam de su padre sirio y el catolicismo de su madre finlandesa. A través de sus escritos y de sus proyectos, trata de eliminar las dicotomías entre Occidente y Oriente y entre el feminismo y la religión creando nuevos relatos sobre el islam y subrayando la diversidad y la heterogeneidad de las comunidades musulmanas. En 2016, tras numerosos años de activismo, fundó en Copenhague la primera mezquita escandinava dirigida totalmente por mujeres. Y junto con su compañera Saliha Marie Fetteh, institucionalizó en ella los principios de un feminismo musulmán de matrimonios interconfesionales, feminización del culto y lucha contra la poligamia. De hecho, como le gusta recordar, las mujeres musulmanas ya han alcanzado el liderazgo espiritual de su comunidad, como pone de manifiesto la existencia de mujeres imames en China desde finales del siglo XIX. Para ella es cuestión de transformar la espiritualidad separando la religión de la misoginia derivada de una cultura patriarcal.

La entrevista tuvo lugar en el marco del Seminario Interdisciplinar del programa Aula Mediterrània del IEMed el 13 y el 14 de marzo de 2018 en Barcelona. Sherin Khankan participó en una conferencia sobre el tema “Mujeres en el Islam, ¿la revolución espiritual?” organizada por el Máster de Estudios Árabes Contemporáneos (Universidad Autónoma de Barcelona). La conferencia completa y también esta entrevista pueden verse en el canal de Youtube del IEMed.

Afkar/ideas: ¿De dónde surge la idea de crear una mezquita de mujeres?

Sherin Khankan: Surge de que vivimos en un mundo en el que la mitad de la población está compuesta por mujeres, y de que todavía en 2018, en todas partes, las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres. Por eso, con la mezquita Mariam queremos poner en tela de juicio las estructuras patriarcales en el seno de las instituciones religiosas. Lo hacemos de una manera concreta al dar a las mujeres la posibilidad de dirigir la oración, pronunciar la jutba y celebrar servicios espirituales islámicos. De hecho, una de las tareas básicas de un imam o de una imama es escuchar y responder a los fieles, y estar al servicio de su comunidad. La idea se me ocurrió más concretamente en 1999, en Damasco, mientras escribía mi tesis sobre la relación entre el sufismo y el activismo islámico. Un día, cuando estaba haciendo trabajo de campo, oí la llamada a la oración del viernes del gran muftí y pensé: “¿Qué pasaría si el jefe religioso, el imam o el muftí, fuese una mujer?”

A/i: ¿Cómo ha conseguido ser imama?

S.K.: Mi activismo empezó en agosto de 2001, cuando creé, junto con una dirigente musulmana, la primera organización islámica de Dinamarca llamada Forum For Kritiske Muslimer (Foro para Musulmanes Críticos). Luego, mi primer artículo, titulado Un manifiesto musulmán, trataba sobre la necesidad de que las mezquitas tuviesen mujeres imamas. En el transcurso de los últimos años, he sido activista y universitaria, y además he escrito cuatro libros sobre el islam. Sin embargo, hemos tardado 15 años en crear la mezquita Mariam. En 2016, fundamos primero Femimam, un movimiento internacional que agrupa a intelectuales, mujeres y hombres, que defienden la necesidad de formar a imamas. Y después, en agosto del mismo año, dirigimos por primera vez la oración del viernes para otras mujeres en la mezquita Mariam. Yo dirigí esta oración junto con Saliha Marie Fetteh.

“Los discursos islamófobos permanentes son uno de los mayores obstáculos para nuestro proyecto”

A/i: Desde la apertura de la mezquita Mariam ¿cuáles son los obstáculos recurrentes a los que debe enfrentarse para llevar a cabo este proyecto?

S.K.: Nos decían que era imposible. Que es imposible cambiar las estructuras religiosas y las lecturas patriarcales del Corán. Pero me di cuenta de que, en realidad, un pequeño grupo de activistas musulmanes puede cambiar los relatos sobre el islam y ponerlos en tela de juicio. Y lo hemos hecho. Hemos tenido suerte. La mezquita Mariam tiene un mecenas que nos deja los locales. Así pues, hemos pasado de ser un movimiento a ser una institución, y nos hemos vuelto más poderosos al dar la posibilidad a las mujeres de dirigir la oración del viernes y celebrar servicios espirituales islámicos, y al crear una academia islámica. En ella enseñamos la filosofía árabe, el sufismo, el feminismo islámico, el derecho islámico, recitación del Corán y muchos otros temas. También hemos creado una escuela de idioma árabe para niños y adultos con clases de recitación del Corán. Nuestro objetivo es crear una comunidad de activistas musulmanes. Por otra parte, tratamos de difundir nuevos relatos sobre el islam, que es algo muy importante porque en Europa, actualmente, la retórica y la propaganda anti-islámicas están cada vez más extendidas. De hecho, para mí, los discursos islamófobos permanentes son uno de los mayores obstáculos para nuestro proyecto.

A/i: Según usted, ¿qué responsabilidad tienen los medios de comunicación cuando hablan del islam y, más concretamente, de las mujeres musulmanas en Europa?

S.K.: Efectivamente, cuando se tiene una posición de poder como la tienen los medios de comunicación, uno tiene la responsabilidad de difundir relatos matizados y no sesgados o caricaturescos. Estos matices son fundamentales para la comprensión. Y por eso intentamos aportar matices al debate sobre el islam y añadirle un punto de vista crítico para demostrar la diversidad de nuestra comunidad.

A/i: ¿Cree que puede ser un modelo inspirador para otras mujeres musulmanas en el mundo?

S.K.: Creo que, en nuestra época, no necesitamos un modelo. Necesitamos líderes espirituales con los que la gente pueda identificarse y que sean lo suficientemente valientes para mostrar su propia vulnerabilidad y sus imperfecciones, porque la vida también es cometer errores. Nadie es perfecto. Por tanto, en la mezquita Mariam intentamos reducir la distancia entre el imam o el jatib [predicador en el islam] y las personas de la comunidad que vienen a la mezquita a escuchar. Tratamos de que estas jerarquías desaparezcan. Ser un imán no consiste solo en dirigir la oración o en dar la jutba, sino que, de hecho, se trata de estar al servicio de tu comunidad. Por tanto, intento hacerlo lo mejor posible, y no me considero un modelo. Intento ser un espejo y reflejar a las personas que acuden a nosotros con todos sus dilemas y sus problemas. Trato de entenderlas, de guiarlas lo mejor que puedo para que encuentren por sí solas las soluciones a sus dilemas.

A/i: ¿Y cuál es el dilema más evidente al que se enfrentan los musulmanes según usted?

S.K.: Uno de los dilemas más importantes para la juventud de nuestra época, no solo en Dinamarca sino en todo el mundo, es el de los matrimonios interconfesionales. Yo misma soy madre de cuatro hijos. Tengo dos hijas y dos hijos. ¿Qué posibilidades hay de que mis dos hijas se enamoren un día de un no musulmán? Es muy probable, porque vivimos en Dinamarca. Por tanto, procuro encontrar soluciones islámicas a los dilemas que existen entre los jóvenes. En la mezquita Mariam estamos orgullosos de celebrar bodas interconfesionales. Consideramos que toda persona tiene derecho a elegir a su pareja para compartir su vida. Creo que es fundamental. Túnez es el primer país musulmán que aplica este principio. Han cambiado la ley y han otorgado a las mujeres musulmanas el derecho a casarse con no musulmanes. Además, en la mezquita Mariam hemos creado un contrato de matrimonio que otorga a las mujeres musulmanas el derecho a divorciarse y la custodia de los niños en caso de divorcio; la poligamia está prohibida en él y, en caso de violencia psicológica o física, el matrimonio se anula. Estas cuatro premisas son fundamentales para crear una sociedad basada en la igualdad entre los sexos. El derecho de las mujeres a divorciarse es básico porque hoy día muchas mujeres musulmanas no pueden ejercerlo, aunque es un derecho fundamental en el islam.

“El derecho de las mujeres a divorciarse es básico, es un derecho fundamental en el islam”

A/i: ¿Qué personalidades la han inspirado y han reforzado su enfoque feminista del islam?

S.K.: Rabia al Adawiyya [mística y poetisa musulmana sufí del siglo VIII] me ha inspirado especialmente. Es una de las fundadoras del sufismo, la vía espiritual del islam. Su poesía y su interpretación del islam me parecen muy inspiradoras. Hay un poema concreto que me impresiona: “Tengo una antorcha en una mano y un cubo de agua en la otra, y con estas dos cosas encenderé el fuego en el Cielo y apagaré el fuego del Infierno para que los que viajan hacia Dios puedan ver la verdadera luz”. Y luego añade: “Dios, Alá, si te adoro porque deseo el Paraíso, cierra sus puertas delante de mí. Pero Dios, si te adoro por tu amor y tu luz, que tu misericordia sea sobre mí”. Me gusta mucho este poema porque me parece que desmonta en él dicotomías manipuladas.

A/i: ¿Cree que el feminismo islámico es solo un movimiento de élites o también llega a toda la comunidad musulmana?

S.K.: Esto concierne a todo el mundo, por supuesto. Creo que las revoluciones silenciosas, de las que nunca se oye hablar, son tan valiosas como las revoluciones ruidosas. Estos cambios se producen en los hogares y en el colegio, pero también en las instituciones, en la sociedad y en el plano político. Creo que todo esto concierne a todo el mundo porque la mitad de la humanidad son mujeres. La lucha por la igualdad de género y la libertad de expresión son causas universales.

“Las revoluciones silenciosas son tan valiosas como las revoluciones ruidosas”

A/i: Afirma que no busca el reconocimiento de los demás, pero ¿cómo la perciben las diferentes autoridades islámicas?

S.K.: Naturalmente, cuando cambias las estructuras y creas una mezquita con mujeres imamas te enfrentas a las relaciones de poder establecidas. Es normal que algunas personas lo desaprueben. Cuando se autorizaron las primeras mujeres sacerdotes en la Iglesia protestante de Dinamarca en 1948, 500 sacerdotes hombres se opusieron con virulencia. Hoy en día, todavía existe cierta oposición a nuestro proyecto, pero estoy preparada para ello. Creo que aunque haya personas que se opongan, también tenemos muchos aliados, y siempre intento centrarme en ellos. Prefiero hablar del apoyo que recibimos porque así resulta cada vez más legítimo apoyarnos. Por eso cuento la historia del gran imam de Indonesia que vino para dirigir la oración en la mezquita Mariam. Bendijo la mezquita y, de este modo, el concepto de imama. Este imam reúne a unos 200.000 musulmanes en sus oraciones de los viernes. Por tanto, aunque existe cierta oposición por parte de algunos grupos, sabemos que también recibimos muchos apoyos y puedo sentirlo.

A/i: ¿Qué piensa de la formación de los imames en Europa? ¿Debería estar institucionalizada y organizada por los Estados, por ejemplo?

S.K.: Efectivamente, es un problema, porque no hay formación para los imames en Dinamarca y, por tanto, tenemos que contar con el sistema educativo occidental. Además, nos resulta difícil contratar a mujeres imamas. Por eso intentamos contratar a mujeres que tengan una licenciatura o un doctorado en estudios islámicos o en estudios parecidos. Sin embargo, es difícil encontrar mujeres también porque ser imama es controvertido. Creo que si esta formación estuviese más institucionalizada, esta vía podría ser más atractiva y aceptable. No obstante, en la mezquita Mariam como alternativa hemos creado una academia islámica que refleja nuestra voluntad de crear una nueva generación de mujeres imamas en Dinamarca.

A/i: ¿Qué piensa del trabajo de las ‘murchidates’ en el Magreb contra la radicalización, por ejemplo? Realizan el mismo trabajo que un imam, salvo que no dirigen la oración.

S.K.: Admiro mucho a las murchidates, especialmente en Marruecos. Creo que es muy importante educar a las mujeres y conseguir a mujeres que entren en contacto con la gente, en particular en las zonas rurales, para educar a las nuevas generaciones de musulmanes, niñas y niños, hombres y mujeres. Por tanto, creo que su tarea es valiosa y fundamental. Hay un documental sobre las murchidates en Marruecos llamado Casablanca Calling [Rosa Rogers, EE UU, 2014] que muestra bastante bien su papel. Tengo mucho respeto por ellas y por su trabajo.

A/i: ¿Tiene vínculos o proyectos comunes con otros movimientos feministas islámicos?

S.K.: Tenemos previsto organizar una conferencia para reunir a mujeres imamas y también a murchidates de todo el mundo. Creemos que es importante aprender las unas de las otras y compartir nuestras experiencias y nuestras iniciativas. Por otra parte, conocí a Amina Wadud en la Universidad de Berkeley en diciembre de 2017. Y también tuve la oportunidad de conversar con Halima Krauzen, que es imama en Hamburgo. Y me aconsejaron. Tenía muchas preguntas sobre la manera de reunir a los creyentes en torno a una nueva mezquita. La creación de una comunidad es un reto apasionante y a veces difícil. Por eso creo que es fundamental colaborar y ayudarnos para llevar a cabo nuestros proyectos.

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